0-0. Un punto sin fútbol

En el peor partido de la temporada, el Valencia consiguió un empate ante el Eibar en un encuentro de patadón y tente tieso

A. Casañ.-  Que Carlos Soler tiene mucho más fútbol que el de dar balonazos arriba sin ton ni son es algo que no se le escapa a ningún aficionado. Y mucho menos debería planteárselo un profesional del fútbol excepto si eres el entrenador del Valencia. Y es la segunda vez, -la primera fue la semana pasada ante el Atlético-, que Javi Gracia desprecia la posibilidad de tocar, combinar y tal vez ganar, sin dejar un resquicio para el juego combinativo y esta vez ante un rival bastante inferior técnicamente.

Pero es que al técnico navarro le gustan las emociones fuertes porque no es partidario de plantear soluciones ante la deriva del juego: antes de la media hora, Bryan Gil, mucho más rápido, ya había desbordado con facilidad a Daniel Waas hasta en tres ocasiones con centros posteriores de mucho peligro. Y así continúo todo el partido hasta bien entrada la segunda mitad en la que Yunus bajó a echar una mano. Y por la banda derecha de la defensa valencianista llegó todo el peligro del conjunto vasco que solo en los minutos finales y desde el banderín de córner, creó también peligro desde la izquierda.

Y si el objetivo era dejar la puerta a cero, el fracaso pudo ser mayor porque solo los palos lo evitaron. Estamos viendo muchos partidos de la Liga Smartbank de una calidad muy superior a lo visto esta noche en Ipurúa. Balonazo va y balonazo viene, el choque fue de los de olvidar lo más rápido posible. Y lo de los lanzamientos de falta con balón colgado al área por parte de los de Gracia, puro cachondeo y sobre todo y lo peor, nada serio.

Lo más destacable de los 94 minutos de partido fue la actuación de ambos guardametas. Dmitrovic tuvo que emplearse a fondo a disparos de Guedes nada más comenzar, de Racic, al que le desvió un obús de volea a su poste izquierdo que merecía ser gol, y de Gameiro en el último segundo, que parecía ser gol. Y Jaume sacó una buena mano tras disparo de cerca de Expósito, otra a remate de Kike García y una más a saque de falta de Pozo, en la que midió mal y se fue al poste.

Entre balonazo y balonazo, las dos ocasiones más claras fueron para el Valencia, excepción hecha de los remates al palo de uno y otro equipos. Un centro de Maxi Gómez al que no llegó por milímetros Manu Vallejo y la comentada de Gameiro sobre la bocina y que no acertó a convertir al galo, solo ante Dmitrovic. Y un último cuarto de hora de agobio eibarrés con balones colgados, siempre rematados con más o menos acierto por Quique, Expósito o Enrich, que pusieron las pulsaciones de los seguidores blanquinegres al máximo.

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