Peter Lim cerraba este verano el fichaje de onçalo Guedes./twitter

Marcelino, el vendedor de cabras

El entrenador del Valencia mantiene un discurso imaginario, una realidad paralela que no tiene consistencia

OPINIÓN

8-12-2018

E. Monasterio.- Escucho cada semana con atención las últimas ruedas de prensa del entrenador Marcelino García Toral, de momento, responsable técnico del Valencia del Centenario. Y descubro la parte del fútbol más amarga, más superficial, menos rigurosa por falsa, por inconsistente, llena de tópicos y de acepciones que reflejan la prepotencia del personaje en cuestión.

Marcelino se expresa como si nadie supiera más de fútbol que él, como si los razonamientos y las críticas que recibe esta temporada el equipo, de ex jugadores, de comentaristas expertos o de periodistas con experiencia, fueran producto del forofismo y no del análisis reflexivo que algunos intentamos realizar desde hace ya un par de meses al menos. Y sabe que una parte de la prensa valenciana especializada está más por la labor de derrocar al señor Lim, de favorecer intereses de terceros con respecto al patrimonio de la sociedad que por desnudar sus irresponsables decisiones estratégicas en cuanto a la confección de la plantilla y la insistencia en un sistema y unas alineaciones que no dan el resultado esperado de cara al objetivo principal del equipo, que no es otro que la clasificación para Liga de Campeones.

Alude Marcelino en las últimas comparecencias a la «dinámica» negativa de sus hombres gol. Una y otra vez, despreciando cualquier otra opción al respecto. Como por ejemplo, la de que Parejo no filtra ni un sólo balón entre líneas, que relentiza en exceso la transición defensa-ataque, que no corre con energía para atrás ni con fuego en el trasero, que abusa del pase horizontal y que sin Coquelin o Kondogbia cubriéndole la espalda, la contención del equipo se resiente por su lentitud exasperante. Pero además, y a pesar de que muchas voces más que autorizadas al respecto se lo han recordado ésta y la temporada pasada, no se digna a darle a Carlos Soler la responsabilidad de la creación de juego, eso sí, con Coquelin y Kondogbia detrás y durante cinco partidos seguidos, a ver que pasa. A muchos nos gustaría saber la respuesta del valenciano, insisto, con varios partidos garantizados por delante, en esa demarcación, con su chispa de creatividad y su personalidad sobre el césped. Y digo más, ahí tenemos el cáncer del actual Valencia, en la falta de juego y de opciones tácticas para crear y enlazar con Rodrigo o Mina.

Anoche estuve viendo el Juventus-Inter y, claro, hay un Universo de diferencia del Valencia con cualquiera de esos dos equipos. Hablo nada más y nada menos de la Juventus, probablemente, el equipo más en forma de Europa en éstos momentos. Pues bien, ni Juve ni Inter juegan con dos delanteros arriba. En la Juve, delantero nato es Cristiano Ronaldo, mientras que Mario Mandžukić o el argentino Dybala, trabajan a destajo en la contención, se retrasan hasta la línea de medios de su equipo y roban un montón de balones. En el Inter, Icardi arriba y el resto a intentar ganar el centro del campo al rival. Salvo Real Madrid y Barcelona, que por la calidad individual de sus futbolistas se lo pueden permitir, el resto del mundo juega en realidad un 3-5-1-1 en el fútbol actual.

El bonito y espectacular tifo de la afición de Mestalla/Foto, Antonio Casañ.

Pero la planificación ha sido una ruína. En su caso, Marcelino no sabe nada de eso o no lo quiere aplicar porque se lo impide su soberbia. Su coartada sería argumentar que los nuestros no son tan buenos como los citados juventinos o los interistas. Tampoco los tenía Rafa Benítez, con Mista únicamente arriba y ganando línea de cinco en el centro, con Rufete, Baraja, Albelda, Angulo y Vicente. Y dos Ligas, una UEFA, una Supercopa… Dice Marcelino hoy, tras la declaraciones post-partido que, los mismos delanteros (Guedes, Rodrigo y Mina), el año pasado lo metían todo y este año, no. Incierto y falso. La temporada pasada tenía a Simone Zaza partiéndose la cara con la defensa contraria, creando huecos para Rodrigo y Guedes o Mina y goleando él mismo además, hasta que su protagonismo -el del entrenador- le superó y decidió cargarse al italiano. Y lo pasamos muy mal hasta que la propia inercia del equipo acabó imponiéndose a sus propias e injustas decisiones. Ahora el entrenador descarga toda la responsabilidad en la «dinámica» errática de sus delanteros.

Pues esta temporada más de lo mismo. Prescinde de un futbolista ennoviado con la grada, que sentía la camiseta como pocos, Zaza, y en connivencia con Mateu Alemany, se trae dos monumentales medianías con la excusa de que los quería «media Europa». Incierto y falso. Al parecer, y lo estamos investigando, hay otras razones para justificar la presencia de Gameiro y Batshuayi en el Valencia. El caso es que, lejos de reconocer públicamente su error con Zaza, insiste en la cagada y prescinde de Martín Montoya y de Nacho Vidal que eran bastante mejores peloteros que el pobre Piccini este o que Rubén Vezo en el lateral. Sin embargo le da la oportunidad (varias y abundantes además), a un chaval de 21 años, Diakhaby, -que es cierto que va a más en cada presencia- para dejar en el ostracismo a Jeison Murillo, probablemente el mejor central del que dispone si está bien físicamente. Pero ¿porque no quiso tener con Nacho Vidal la paciencia que si está teniendo con el francés? Ya veremos si conseguimos explicarlo algún día, en ello estamos.

Y más de lo mismo también con Toni Latorre, Lato, tanto que se les llena la boca a Murthy y Alemany cuando hablan de la Academia. La temporada pasada, Lato jugó de inicio, entre otros partidos, en el Bernabeu y en Anoeta en Liga, cuajando dos partidazos, con Jose Luis Gayá por delante de él, ganando toda la banda izquierda a sus rivales y ganando la superioridad en el centro del campo. Ojo, ante Real Madrid y Real Sociedad (4-4-2). Esta pretemporada, el padre de Lato tenía bastantes ofertas para salir. Marcelino le dijo que no, que contaba con el futbolista de la Pobla de Vallbona y que iba a jugar. Incierto y falso. Al margen de despreciar una variante táctica que le dio muy buenos resultados en su momento, corta de raíz, sin importarle un bledo, la progresión de un canterano que apunta alto y por el que varios equipos de LaLiga y varios de la Liga 1,2, 3 suspiran desde hace tiempo.

Y por último, para los que creen que no es solución un cambio de entrenador. Ayer se celebró la Junta General de Accionistas. Se deben 454 millones de euros…, sin contar con el valor patrimonial en cuanto a plantilla se refiere únicamente, de la entidad. El señor Marcelino debería ser bastante más riguroso y prudente y no exponerse con sus diatribas lingüísticas de esa manera. Peter Lim (o Meriton) han realizado un importante esfuerzo para consolidar un equipo de Champions. Han asegurado a Gonçalo Guedes, buen futbolista y mejor inversión de futuro. No han traspasado a Rodrigo, cuando su salida habría equilibrado de un plumazo las cuentas anuales del club. Y desde luego, por falta de experiencia y con la venia del entrenador, le han endosado a tres jugadores que no aportan nada, ni goles ni inversión alguna, Cheryshev, Kevin Gameiro y Batshuayi, todo un pastizal, levemente amortizado por los 15 millones de Zaza. Mientras, el objetivo de alcanzar una clasificación para Champions se va diluyendo semana a semana y los ingresos por ese concepto, temblando. Mestalla lo dejó muy claro al final del partido del Sevilla, aunque metiendo la pata con Anil Murthy. Pues nada, Marcelino, a seguir cargando la responsabilidad de su incompetencia a la falta de puntería de Rodrigo, Guedes o Santi Mina. Ya está bien, hombre, ya está bien.

 

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