23-09-2018
E. Monasterio.- Después de 5 jornadas de liga y una de Champions, el equipo evidencia varias obviedades que generan coincidencia entre los aficionados y buena parte de la prensa local. Es obvio que Parejo no está en condiciones de asumir la creación de juego, más aún sin Kondogbia o Coquelin detrás. Por lo que sea, está pidiendo banquillo a voces. Lento, fallón y descentrado, sus acciones relentizan el juego, penalizan al resto de compañeros y no es ni mucho menos el futbolista de la pasada temporada.
Es obvio que Carlos Soler se encuentra como pez en el agua cada vez que tiene oportunidad de ocupar su sitio en la parcela ancha, sin el agobio de la línea de cal. Dinamiza la creación, imprime velocidad y genera una verticalidad que facilita la acción de los de arriba. Además, siempre que se encuentra cerca de la frontal intenta el disparo sin complejos.
Es obvio que Marcelino se ha equivocado con Montoya, pero sobre todo con Simone Zaza. Piccini no sólo no mejora al ex del Barca, si no que en mi opinión, es claramente inferior en colocación, técnica individual y progresión por banda. Lo de Zaza es una apuesta que ya ha perdido el asturiano. Ni Santi Mina, ni Batshuayi, ni Gameiro otorgan la confianza que se supo ganar sobre el césped el futbolista italiano.
Y finalmente es obvio que la máquina no funciona. Con 4 puntos en 5 jornadas y una dolorosa derrota en Europa, el técnico se limita a las rotaciones, a veces incomprensibles, como la de dejar a Rodrigo fuera de un partido como el de La Cerámica. Garay no aguanta el ritmo de competición miércoles-domingo, Murillo no cuenta con la confianza del entrenador y si la temporada anterior se fraguó un aranque rentable de puntos fue por el entendimiento Guedes, Zaza, Rodrigo, que dió excelentes resultados hasta enero. Ni Cherysev, ni Ferrán Torres todavía, ni Gameiro alcanzan tal nivel de combinación y mucho menos de acierto.
Sin duda y lo más positivo de la tarde de hoy, ha sido la reaparición de Coquelin, con unos minutos extraordinarios. Algo es algo.