Marcelino se despide con gloria pero sin honor

Antonio Silvestre 

13-09-2019

Empiezo a pensar que lo de este hombre es enfermizo. Su egocentrismo es de psiquiatra. Y sus mentiras, de bochorno. El ex entrenador asturiano del Valencia, un tío polémico dónde los haya, que ha tenido problemas de todo tipo allá por dónde ha pasado, al que se le ha dado todo lo que ha pedido hasta el asunto Rafinha, se ha despedido este viernes del Valencia con la gloria de un título y con la deshonra de mentir descaradamente.

Con sus declaraciones en pretemporada, su postura en contra del traspaso de Rodrigo (quién cojones será él) y su vociferio en clave reto constante al propietario sobre Kang In Lee y Ferrán Torres, lo que no puede decir es que el despido fulminante «me ha cogido por sorpresa, no me lo esperaba». Hay que ser hipócrita.

O es una persona de escaso nivel de instrucción o es un listo provocador que, sabedor de que lo que se consiguió la temporada pasada fue en parte chiripa, en parte el altísimo compromiso de sus futbolistas, ha buscado el despido, consciente de que no puede aportar nada más de lo que hemos visto para seguir al frente de un club con tan lógicas aspiraciones por masa social e historia.

El señor García Toral miente cuando dice que el club le pidió que «tirara» la Copa. Basta con recurrir a las hemerotecas, entre otras muchas por ejemplo, las del diario Marca o las del digital El Desmarque. Prima extra del dueño por ganar la Copa y celebración posterior por todo lo alto con «su amigo» Peter Lim, en uno y otro caso. Marcelino, como mínimo, es un cínico. Y un mal empleado de empresa.

La Champions genera importantes ingresos para una sociedad con una deuda gigantesca. El título, desde el punto de vista del aficionado, hubiera sido un parche de no haberse conseguido después la clasificación para la máxima competición europea. Y desde el punto de vista empresarial, algo muy insuficiente. Si en algún momento se le sugirió la posibilidad, nunca fue despreciando la competición y sí priorizando la economía. Parece mentira que un mando intermedio de una empresa, aún pudiendo ser cierta la teoría, la desvele en público una vez cesado. Eso solo puede ser autojustificación o revanchismo.

El entrenador cesado ha demostrado sobradamente que es un tipo envilecido. Empezó por despedir a Zaza en contra del más elemental de los sentidos comunes; si no, que diga Rodrigo como echó de menos la temporada pasada la ausencia del italiano. En su lugar pidió (y se le dio) a Vietto, un jugador que no quisieron ni Atlético ni Villarreal. Fue un fracaso. Trajo a Batshuayi, fracaso doble. Finalmente a Rubén Sobrino, más gasto superfluo.

Condenó a la banda al jugador con más técnica, llegada de gol y proyección del equipo, Carlos Soler, negándose a darle (o a enseñarle) la oportunidad de jugar dirigiendo al equipo en el juego de ataque, como único jugador con capacidad de la plantilla para desarrollar la función en una posible sustitución de Parejo y cuando en banda tenía a Daniel Waas, que se lució sobradamente en ella jugando en el Celta.

Se cargó, relentizando la progresión del jugador, a Toni Lato, haciéndole promesas que nunca cumplió, para terminar pidiendo la contratación de un lateral zurdo. El de la Pobla de Vallbona tuvo ofertas muy importantes en la 17/18 y en la 18/19 que cercenó Marcelino, argumentando la patraña de que contaba con él. Falso. Y más pulso a la propiedad.

Claramente posicionado en contra del máximo accionista y jefe de la entidad, declaró en varias ocasiones que quería que Ferrán Torres y Kang In salieran cedidos (ver hemerotecas), negando a ambos futbolistas las oportunidades que sí le daba a un apático Gonçalo Guedes. Y como consecuencia de ello, ha demostrado con creces su incapacidad para hacer rendir al fichaje más caro en la historia del club.

Decir que querer ganar la Copa del Rey ha sido la causa de su salida, no sólo es una estupidez, sino que es una simple estrategia de venganza para echar a la grada sobre Peter Lim. Porque si esa hubiera sido la causa, ¿porqué iba a esperar Lim a septiembre para cesarlo? ¿Porque no lo hizo al finalizar la temporada y nombrar un sustituto que planificara la presente? ¿Porque le iba a permitir sus constantes declaraciones sobre ventas y traspasos durante la pretemporada en contra de la política del club?

Y reitera que la propiedad cambió el modelo de planificación sin comunicárselo y que ese fue el motivo de las desavenencias. Otra falsedad. Lim siempre ha mantenido su intención de potenciar a los jugadores de la Academia. Desde que llegó al Valencia. El que ha querido cambiar el modelo ha sido él. No a Toni Lato, no a Nacho Gil, no a Álex Blanco, no a Gonzalo Villar, no a Javi Jiménez,… Y dice como ejemplo que Carlos Soler y Gayá se han consolidado con él en el primer equipo. Es decir, dos futbolistas como la copa de un pino, criados en Paterna desde mucho antes de que él llegara a Valencia y se arroga el hecho de su progresión en el equipo, increíble egolatría.

En fin, por mi parte, este es el capítulo final sobre Marcelino. Que le vaya muy bien en su vida personal y familiar es lo que le deseo. En la profesional ya tengo mis dudas de que le pueda ir bien en otro lugar. Y una apuesta. ¿A que el siguiente equipo de nivel del asturiano no es español? Por algo será.

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