Antonio Silvestre
21-08-2019
Si en algo coincidimos todos los valencianistas es que, cuando no está Parejo, el equipo baja de rendimiento. Pues bien, con Maxi Gómez, Kevin Gameiro y Manu Vallejo, más Carlos Soler, Ferrán Torres y Guedes como hombres con remate y llegada respectivamente, me pregunto porqué el Valencia nunca se ha planteado durante esta pretemporada el fichaje de un hombre de garantías para suplir a capitán madrileño.
Porque, claro, la cabezonería del asturiano de no darle partidos a Soler en el sitio de Parejo, hace que ocurra lo del pasado sábado ante la Real. Ni Coquelin ni Kondogbia son hombres de organización del juego de ataque. Entonces, con más de 60 partidos previstos para esta temporada, lo más probable es que la situación se repita.
Ahora se filtra que Marcelino no cuenta con Jason, Sobrino, Manu Vallejo (a los que ha fichado él) y quería además ceder a Kang In. Para mí todo esto no son más que justificaciones para disponer de una coartada cuando los resultados no acompañen. Quiero recordar una vez más que tanto la clasificación para Champions como para la final de Copa se consiguieron por los pelos, en partidos decisivos a vida o muerte.
Este Valencia del ‘Marcempate’ es a día de hoy, un auténtico riesgo, más si cabe cuando los dos responsables de la parcela deportiva han conseguido inclinar la opinión de los aficionados a su favor y en contra de Peter Lim, merced a la mayoría de la prensa valenciana. Ahora la moda es crujir a Lim porque quiere traspasar a Rodrigo, un auténtico negocio para la entidad, con el que se podrían afrontar un par de incorporaciones necesarias como la del sustituto de Parejo (Marc Roca, por ejemplo) y la del hombre «ofensivo» que quiere el técnico.
Yo vi dos Valencia distintos. Uno el día del Inter, con un Soler pletórico, con libertad de movimientos para atacar. Otro ante la Real, el mismo de hace dos temporadas, sin ambición, medroso, defensivo y buscando la fortuna de los de arriba que casi nunca tienen, por cierto. Buscando el 1-0 y a defender el resultado. Ese es ‘Marcempate’, un entrenador resultadista que, con bastante suerte, arbitrajes incluídos (Getafe y Betis en Copa, por ejemplo), consiguió lo que más apreciamos, un título.
Pero ese galardón de campeón y esa presencia en Champions debería servir para consolidar una plantilla de garantías, que no esté basada únicamente en «la culpa» de los delanteros por no acertar. Tiene más gol Maxi Gómez que Rodrigo, con el que, con su rentabilidad, se puede cerrar un equipo más sólido, distinto y que ofrezca alternativas en el juego en función del rival o del resultado que se esté dando en un partido determinado.
Un equipo que pueda jugar a otra cosa que sea regalar el balón al contrario, que vaya a por los partidos, que imponga su juego, que no eche en falta a Ezequiel Garay, a Dani Parejo o a Carlos Soler. Un equipo que quiera ser campeón, no que le toque la lotería. Pero para eso no hay que machacar a Lim, muy al contrario. Para eso hace falta otro entrenador y visto lo visto con los fichajes y la complicidad existente, otro director deportivo, cuanto menos.