Consiguió la impresionante cifra de 115 goles en 215 partidos oficiales en Primera División en nueve temporadas
M.Huerta.- Fue mi ídolo de infancia y de adolescencia. Hasta la llegada de Mario Kempes, sólo Pepe Claramunt suplió su ausencia en mi imaginario de ilusión de llegar a ser futbolista. Mucho más tarde tuve la oportunidad de coincidir muchos días, de entrenamientos y partidos con él en la Escuela de Fútbol Crack’s, en dónde comenzaron a jugar mis hijos. De hecho, uno de ellos, Jóse Enrique, siempre me repite con admiración heredada que Waldo fue el entrenador que más le enseñó.
Recuerdo un partido de primer año de cadetes entre nuestro equipo en Crack’s y otro que no viene al caso porque iban los penúltimos en la clasificación y no habían ganado ningún partido todavía. Antes del empezar, en la charla de vestuario, Waldo ordenó jugar a máximo dos toques y el que no lo hiciera iba a ser sustituído. Lo ponía en práctica con frecuencia en uno de los entrenamientos de la semana. Quería que los nanos adquirieran rapidez y visión de juego y de pensamiento, obligándoles a estar atentos a la situación de todos sus compañeros para poder tener salida de balón. Era uno de sus métodos. El partido se puso 0-3 al descanso y durante el mismo, Waldo les dijo que pasaran a tres toques como máximo. La cosa acabó 4-3, en uno de los segundos tiempos más brillantes que hicieron los chavales.
Y claro, recuerdo aquellos golazos en Mestalla, con lanzamientos de libres directos desde fuera del área, sus tantos en remates de cabeza con saltos espectaculares, sus dejadas a Fernando Ansola (otro extraordinario goleador, pareja temida en la liga española y en Europa), su quiebro corto y trallazo… Un día en Mestalla, en el lanzamiento de uno de sus obuses, golpeó en la cabeza a Benítez, (también fallecido), entonces defensa lateral derecho del Málaga que luego lo fue del Barcelona. Aquel hombre cayó fulminado por el impacto del chut del brasileño y tuvieron que trasladarlo al hospital donde permaneció en observación por la noche. Tal era la potencia de su disparo.
Waldo Machado da Silva era, además de un gran futbolista, una bellísima persona, siempre preocupado por la marcha de su Valencia, siempre pendiente de las notas del colegio de los chicos que entrenaba y a los que repetía machaconamente que lo primero era estudiar. En el Valencia, como con muchos otros jugadores, no tuvo una despedida digna de su categoría futbolística y humana. Algo que nadie se preocupó nunca de reparar, aunque solo fuera en agradecimiento al segundo máximo goleador en los 100 años de historia del club. Una lástima.
Waldo (Niteroi /Brasil – 9 de septiembre de 1934), llegó al Valencia fichado del Fluminense carioca, equipo al que siempre llevó en su corazón y falleció este lunes 25 de febrero a los 84 años. Marcó la impresionante cifra de 115 goles en 215 partidos oficiales en Primera División en nueve temporadas: desde la 1961-62 a la 1969-70. Además, en Copa consiguió 13 tantos en 29 encuentros, 28 goles en 44 partidos de la Copa de Ferias (actual UEFA Europa League) y un gol en seis partidos de la Recopa de Europa.
Con el Valencia CF conquistó dos Copas de Ferias en las temporadas 1961-62 y 1962-63 y la Copa de 1967, y en el plano individual fue máximo goleador-Trofeo Pichichi de la Liga 1966-67 con 24 goles en 30 partidos. Sus cifras totales con el Valencia CF son increíbles, con 157 goles en 294 choques oficiales, es decir, un gol cada casi dos partidos (1,8). Sigue siendo el segundo máximo goleador del equipo de Mestalla en toda su historia (el primero es Mundo, el tercero, Kempes) y tiene el honor de haber marcado el primer gol en competiciones europeas. Descanse en paz.